La aviación comercial: una de las grandes creativas del siglo XX. Reservisor.


Uno de los ejemplos de creatividad aplicada al turismo que más me gusta es el desarrollo tecnológico que tuvo  que ver con la aviación comercial en el momento de florecimiento del turismo de masas. Esa creatividad desencadenó nuevas soluciones y una adaptabilidad a los cambios que merecía una pequeña reflexión en este blog.

Pongámonos en situación: estamos en el final de la segunda Guerra Mundial. El mundo occidental se encuentra en una clase de éxtasis, ya que por fin, acaba uno de los capítulos más trágicos de su historia. Sobran aviones de guerra a los que hay que dar una vida útil. Pues aquí viene la primera muestra de creatividad al buscar una solución para dar salida a esos aviones, que se reconvertirían para su uso comercial. Aprovechando la bonanza económica que se experimentaba, el turismo aparecía como el candidato ideal para una sociedad con más tiempo de ocio y con más dinero.

Así que, con el aumento de personas que estaban dispuestas a viajar, las aerolíneas, acostumbradas a trabajar con fichas y una especie de croquis donde se iban tachando las plazas vendidas a las agencias de viajes, necesitaban nuevas soluciones.

Pues en ese momento, allá por el año 1946, American Airlines pone a funcionar Reservisor. Sí, sé que el nombre suena broma, pero no lo es. Reservisor fue el primer sistema automatizado de gestión de las plazas en aviones que incluía un tablero con luces que mostraban las plazas ocupadas. En 1952 se mejoraría y se sustituiría por Magnetronic Reservisor que incluía la posibilidad de mostrar alternativas a vuelos completos y que en el año 1956 permitiría gestionar 2000 vuelos en los 31 días siguientes a la consulta. Pero además, se desarrollaría una máquina llamada Reserwriter que permitiría informatizar también los datos de los pasajeros.

Dos fueron los hombres claves en esta historia, Charles Amman y C.R. Smith, director de American Airlines cuya inquietud creativa ya estaba, para el año 1953, pensando en una solución tecnológica que sería la madre de todo lo que vendría  en los 50 años después.

¿Por qué me gusta esta historia? Por la sencilla razón de que hace más de 60 años hubo un par de hombres pioneros que identificaron necesidades y empezaron a desarrollar soluciones. Porque, además, buscaron una solución automatizada en un momento en que el ordenador personal ni siquiera existía.  Y, porque muestra el carácter creativo e innovador con el que cuenta la industria turística y que, demasiado a menudo, se olvida.